Ha calado la idea a través de la nefasta influencia capciosa y sesgada en términos generales de la Leyenda Negra, que implementada por los holandeses en primera instancia y posteriormente repercutida por los ingleses para descalificar los hechos acontecidos en todas aquellas latitudes en las que la monarquía española tenía presencia, fuera en su espíritu descalificador un flagelo político para nuestra nación.
En buena ley, no podemos eludir responsabilidades en el tratamiento de acontecimientos históricos (porque eso es hacer historia, no maquillar lo ocurrido), que sí tuvieron sustancia y contenido para avalar las tesis de nuestros adversarios de aquel tiempo,
pero si la obligación de contestar la magnitud a la que pretenden
elevar algunos desatinos acaecidos en aquel entonces. Nos ha faltado
capacidad de contra juego o réplica y nuestros libros de historia y la diplomacia en sus competencias no han hecho bien las tareas.
El supuesto genocidio español
Como el polen en el viento, trashumantes, fuimos llevados por el impulso de una idea audaz hacia Catay y Cipango (India y Japón) tropezando accidentalmente con un enorme continente que no estaba en ninguna cartografía. Era necesario buscar una respuesta a esa enorme incógnita que se abría retadora a nuestras ilimitadas miradas soñadoras.
Entonces, ocurrió que algunos cientos de hombres osados,
sin dejarse intimidar por el imponente reto, comenzaron a explorar
aquellas interminables junglas y manglares acosados por ocultas
cerbatanas impregnadas en curare y enfrentándose a silenciosas flechas
salidas de la tupida e impenetrable foresta. Más tarde,
en esa caprichosa accidentalidad propuesta por el aleatorio destino,
acabarían enfrentándose a enormes ejércitos venciendo en circunstancias
muy adversas rozando el heroísmo. ¿Se mató? Si, y probablemente a mansalva a adversarios curtidos en la guerra, el canibalismo y rituales monstruosos.
Adversarios que se mataban entre ellos en cruentas guerras civiles y
que cuando capturaban a sus impares en las llamadas guerras floridas, lo
hacían para efectuar sacrificios rituales.
¿Se
mató? Probablemente, pero fue un enfrentamiento con adversarios
curtidos en la guerra, el canibalismo y los rituales monstruososMientras las dos Actas de Supremacía, tanto la promulgada por Enrique VIII en 1534 como la amparada por Isabel I de Inglaterra en 1559, arrasaron las propiedades, fortunas, recursos y puestos de trabajo en la administración pública para los practicantes de la religión católica con represalias sin cuento y matanzas a destajo si no se practicaba la apostasía, el acta de Alta Traición vendría a radicalizar este contexto de represión brutal ejercido por sus graciosas majestades hacia los devotos de Roma. Entretanto, a España se le endosaban los muertos por la Inquisición en una cuantía extraordinariamente menor en mortandad y alevosía, pues al menos los tribunales del Santo Oficio –qué eufemismo–, se ajustaban a la ley y los afectados tenían al menos ciertas garantías, cosa que en los países protestantes no existía ni por asomo. Allá ibas al potro o a la pira a toda pastilla y sin más preámbulos.
Como bien dice Hugh Thomas, extraordinario radiógrafo del alma española en sus libros 'El mundo sin fin',
'El Siglo de Oro español' o en 'La Conquista de México,; ni sumando las
muertes adversarias por caídos en combate en la accidental conquista de
América, se llegó a contabilizar más de 100.000 finados nativos
–en combate– en la contabilidad más rigurosa y adversa. Otra cosa bien
distinta es la terrible mortandad causada por la viruela y en menor
medida por la sífilis, algo que cualquier historiador con un mínimo de rigor no puede vincular a una intencionalidad previa.
Nadie es inocente
Sin embargo, las guerras coloniales inglesas con los Zulús, Boers, Indios (de la India) o autóctonos en Norteamérica y Canadá,
en las guerras del opio contra los nacionalistas chinos Bóxer, contra
los aborígenes australianos o allá dondequiera que llegara su largo
brazo genocida, practicaron formas de exterminio que dejan a Hitler,
Stalin, Mao, Leopoldo II de Bélgica y otros prendas de esta laya como meros parvulitos adelantados en las arduas tareas de finiquitar a sus enemigos. Es probable que Inglaterra en su inocente quehacer colonial con la ayuda posterior de su epígono anglosajón al
otro lado del Atlántico se llevara por delante en un exterminio sin
precedentes hasta ese momento a más de diez millones de interfectos en
una contabilidad rebajada y comprimida al máximo para no herir
susceptibilidades, pero que perfectamente podría ser duplicada o
triplicada sin ningún esfuerzo.
Animo a rebatir a cualquiera que lo desee la impronta colonial inglesa y su trágica huella de destrucción por toda la geografía mundial; y cuidado, que siguen practicando la misma afición bajo el amparo de la OTAN.
Ahora, hay que reconocerles que son los reyes del maquillaje y del buen
rollito y esto, lo antedicho, no es un acusatorio contra el pueblo
inglés ni una diatriba alucinada, no. Busquen ustedes, damas y
caballeros, en una selección de países invadidos o asaltados –que es más
propio el termino– y verán si Inglaterra y sus gobernantes no han sido
un pueblo genocida oculto tras una extraña y oscura mutación genética.
Hasta el propio Churchill era (en principio) simpatizante nazi y
antisemita declarado. Luego se tuvo que hacer un 'peeling' cuando las
cosas se pusieron feas, no vaya a ser que se le viera el plumero.
Es
cierto que la grave catástrofe demográfica padecida por la población
nativa fue generada por el contagio de enfermedades de los españoles
Si bien es cierto que los encomenderos españoles -en su acepción actual- explotaban a los autóctonos de manera inmisericorde en algunos casos (Cerro Rico en Potosí o
las haciendas cubanas hasta causar el exterminio de los campesinos
locales y sustituirlos por esclavos africanos), también es cierto que
había unas leyes –las promulgadas por los Reyes católicos y respetadas
por los Austrias mayores y menores en la medida en que la distancia lo permitía– que fueron defendidas por varios humanistas a capa y espada (caso Fray Bartolomé de las Casas).
Es
cierto que la grave catástrofe demográfica padecida por la población
nativa después de 1492 fue generada de forma involuntaria por la gran
mortalidad causada por el contagio de enfermedades albergadas por los
españoles. Esta lamentable e inevitable mortandad se explica por la
falta de resistencia inmunológica de aquellos grupos humanos que
aislados durante miles de años del resto del mundo no tenían los recursos y resistencia ante la agresión de virus
y bacterias con hambre de novedades. La protección de los pueblos
euroasiáticos y norteafricanos, ante una exposición prolongada a estos
aguerridos bichejos, los hacía inmunes a diferencia de los desgraciados
autóctonos americanos.
Por cierto, se hace necesario destacar que la mortandad causada
(en el caso de la guerra contra los Aztecas, exitosa en el plano
militar, fue dramática por la caída demográfica posterior (se cree que
murieron más de 10.000.000 de Mexicas por la acción de la viruela, sarampión, cepas de gripe y otras enfermedades desconocidas para la población autóctona.
Lamentable sí, pero mientras tanto mucho más arriba, en el contencioso
que se dirimía entre franceses e ingleses en Canadá por su posesión,
estos últimos regalaban mantas impregnadas en viruela a los “indios”
locales para que no pasaran “frío”. Unos hachas los británicos. En resumen, que mientras nosotros nos lo pasábamos bien con las exuberantes nativas,
ellos no se mezclaban sino que aniquilaban, no fuera a ser que su
elaborada genética fuera degradada por el adverso azar del contacto con
aquellos aterrorizados indígenas.
El síndrome de la Malinche
La realidad objetiva y concluyente es que hoy de Norteamérica
para abajo, la población es mestiza y de Tijuana para arriba los
nativos fueron aniquilados sin piedad. Estos severos críticos sobre la
actuación española deberían de lavarse como mínimo la lengua con lejía o
con Perlán que es más suave pero también vale. Afortunadamente hoy, y
en un acto que le honra, el gobierno holandés y varias
asociaciones culturales locales han puesto en duda la Leyenda Negra,
cosa que los españoles debemos agradecer. En cuanto a Inglaterra, ni
está ni se le espera.
A ver si somos más estrictos los que queremos que la historia sea una enseñanza reflexiva. ¿Hubo violencia? Obviamente. Ante ataques masivos como los de Otumba o la desproporción numérica que tuvieron que afrontar Pizarro y Cortés
en aquellas latitudes y alejados de cualquier línea de abastecimiento,
era ineludible el enfrentamiento a muerte con aquellos que evidentemente
eran invadidos.
Estimo que las enfermedades contagiosas fueron una verdadera lacra en la Conquista de América pero
cabe deducir con facilidad que no existía una capacidad de profilaxis,
intencionalidad de causar ese daño ni nada que lo remediara. Triste, sí,
pero fue así. El llamado “genocidio español” no es tal, ni es tampoco
un hecho aislado. En otras partes del planeta se dieron situaciones
dramáticas semejantes a las de América. En muchas islas del Pacífico, en la Polinesia y la Micronesia sin
mediar violencia, hubo casos de mortandad impresionantes a raíz del
contacto entre occidentales y aborígenes durante los siglos XVIII y XIX.
Los ingleses sin ir más lejos, dejaron Australia como un erial y menos
mal que no les dio por dinamitar Ayers Rock. De
idéntica manera, hacia 1241, la viruela visitaría por primera vez la
alejada Islandia diezmando la población hasta dejarla en menos de la
mitad.
Las enfermedades de
transmisión sexual fueron una lacra en Latinoamérica, pero obviamente no
había nada premeditado detrás de ello
La población aborigen que se libró de la terrible caída demográfica y su descendencia,
mejoraron sus vidas en el plano material más allá de la subordinación a
los conquistadores. Las nuevas especies animales se propagaron
rápidamente entre los indígenas mejorando la dieta al introducir proteínas no humanas en muchos casos: el canibalismo estaba por ahí siempre al acecho de los incautos.
Las bestias de tracción y tiro redujeron sensiblemente el efectuado en
condiciones onerosas hasta la llegada de los españoles. Se facilitó el
transporte de mercancías y se construyeron espectaculares monumentos que
aún hoy han resistido el paso del tiempo, terremotos y guerras.
La hipocresía
Y no solamente eso, la introducción de la rueda disminuyó el desgaste físico,
cambios técnicos en la inclusión de nuevas herramientas, instrumentos
de metal, arados, etc. tuvieron efectos positivos en la productividad y
mejora de los niveles de vida.
Por otra parte, el generalizado tributo en sangre en el imperio azteca como consecuencia de las llamadas guerras floridas en forma de sacrificios humanos masivos desparecería tras la imposición de severas leyes y los –de vez en cuando– gratificantes efectos de la cristianización.

Si indagamos sobre el término “tzompantli”, muchos lectores se quedarían a cuadros. Estas artísticas construcciones rituales no eran otra cosa que altares construidos por algunas culturas precolombinas en el antiguo México
cuya base estaba decorada con cráneos tallados como altorrelieves
entremezclados con piedra y estacas en las que ensartaban las cabezas de
los sacrificados. En fin, para mear y no echar gota…
Huelga decir, que el ilustre y admirado escritor uruguayo Eduardo Galeano, el autor del demoledor libro 'Las venas abiertas de América Latina', best seller de imparable difusión internacional en su momento
y recientemente fallecido, hizo unas inusuales declaraciones en una
alarde de honestidad que le honra por su incuestionable calidad humana y
autocrítica ejemplar. Poco antes de morir dijo taxativamente que
“no tenía la formación necesaria” cuando escribió aquel durísimo ensayo
y que no “lo volvería a leer jamás por su falta de precisión” pues
“caería desmayado” (sic).
Moraleja, todos tenemos pecadillos, solo que algunos son más hipócritas que otros.
https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2019-02-02/historia-nacionalismo-competencias-reyes_1794886/
No menciona aquí las escuelas, hospitales, universidades y otros adelantos de la civilización.
Hay que poner los hechos en su contexto histórico, no podemos juzgar los actos del pasado con la mirada actual. Por ahí no se salva nadie. Lo cual no quiere decir que hubo mucha salvajada gratuita.
ResponderEliminarUn abrazo.
Lo que se puede esperar en una guerra. Un beso
EliminarLa historia hay que contarla varias generaciones espues y la historia de España y Amèrica ya se contó, lo han hecho historiadores de varios lugares, desde diferentes opiniones, es ahora hace un tiempo cuando la estan volviendo a escribir, y a muchos se les ha olvidado la norma primera de todo escritos leer antes de escribir. Un abrazo
ResponderEliminarAdemás hay que tener en cuenta que hablamos de cerca de la Edad Media y no se puede juzgar con criterios actuales. Un beso
EliminarAnónimo. Supongo que sabrás que somos amigos del jefe de informática de la Guardia Civil y lo que haces se puede considerar acoso. Nada más fácil que conseguir tu Ip.
ResponderEliminarJuzgar hechos que ya pasaron hace siglos y de los que ya no somos responsables es absurdo.....A lo largo de toda la Historia de la Humanidad ha habido invasiones con guerras muy crueles y contagios de enfermedades que resultaron mortales pero en vez de juzgar y condenar lo pasado que no lleva a ningún lugar es mejor aprender bien de esos terribles hechos para no volverlos a cometer jamás pero esto último no gusta tanto cómo elhecho de juzgar aunque no sirva para nada.Besicos
ResponderEliminarTienes toda la razón. Un beso
EliminarEl tema es muy delicado para tratarlo en un blog.
ResponderEliminarCuando estuve en Venezuela trabajando para la CANTVE, Compañía Anónima Nacional de Teléfonos de Venezuela en el año 1978 había gente y compañeros de la telefónica de allí que nos alababan y otros sin embargo se les veía en la cara, nos hubieran machacado allí mismo.
Un beso.
Hay de todo en todas partes. Un beso
EliminarLa prueba del 9 es observar detenidamente la ideología de las personas que tratan a España y a su dilatada historia como si fuera un muñeco de trapo al que se le da estopa por deporte y afición. Cuando te percatas de ello llegas a la conclusión de que no merecen el esfuerzo que supone contestar, ¿para qué? Saludos cordiales.
ResponderEliminarEs cierto. Simplemente no razonan. Un beso
ResponderEliminarDicha Leyenda Negra ha sido creada con la intención de desacreditar la conquista de América a base de difundir que la mayoría de aquellos navegantes españoles que llegaron al Nuevo Mundo eran delincuentes o prisioneros que cambiaban su desgraciado destino con la esperanza de embarcarse a tierras lejanas.
ResponderEliminarSupuestamente se dijo que la intención era poblar aquellas nuevas tierras vaciando las cárceles de la Península, con lo que se expulsaba al otro lado del mundo a los delincuentes más peligrosos. Otro bulo como se puede compobar en los registros de las expediciones.
Un beso.
Eso también lo hacían los ingleses. Un beso
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