lunes, 1 de mayo de 2017

La escuela católica modernista

En mi reciente artículo Contra el Modernismo, sintetizaba las características de esta herejía siguiendo los pasos de San Pío X en su Encíclica Pascendi. En otros posts, me he cachondeado abiertamente de los modernistas, como en aquel artículo que causó tanto estupor y desconcierto por los nuevos papiros supuestamente encontrados en Qumrán.
Podríamos resumir los errores de estos herejes modernistas en estos puntos:
1.- No podemos conocer a Dios mediante la razón, lo cual acaba con la catequesis y la predicación: que los niños coloreen en catequesis dibujitos ñoños. Y no les enseñemos los mandamientos ni les hablemos de salvación o condenación eternas, que alguno se traumatiza.
2.- Sólo podemos conocer a Dios mediante experiencias que susciten sentimientos religiosos. La fe es un sentimiento: no un conocimiento. Fomentemos experiencias sensibleramente emotivas: démonos abrazos y besos y toquemos la guitarrita al ritmo de Bob Dylan (the answer my friend is blowin in the wind…), John Lennon (Nothing to kill or die for… and no religion too… You may say I’m a dreamer…) o George Harrison (My Sweet Lord, Hare Krishna, Hare, Hare…). Mola.

3.- Todas las religiones son iguamente verdaderas, porque en todas se suscitan igualmente experiencias y sentimientos religiosos. Todas las religiones conducen al mismo Dios: ¿Qué más da ser católico que budista? Lo mismo es…
4.- Jesucristo no hizo milagros ni es Dios ni resucitó de entre los muertos. Eso es un invento de la Iglesia. Los milagros son metáforas y símbolos y la resurrección de Cristo es como la de Lenin: vive en el corazón de sus seguidores. Como escribía tan solo hace unos días el teólogo modernista José Arregui:
“La fe en la resurrección de Jesús no proclama que sucedieran milagros sobrenaturales, tumba vacía y apariciones físicas, sino que la vida de Jesús, su rebeldía pacífica, su fe en el futuro, su bondad feliz no quedaron sepultadas bajo una losa fría. Y que todo paso hacia el bien, por pequeño que sea y no exento de equívocos, también es pascua de la vida, como la de Jesús”.
5.- Cristo no fundó ninguna Iglesia. Él se levantó contra los poderes políticos y religiosos de su tiempo y ellos lo mataron, pero no quería fundar nada. Eso vino después y fue un invento de San Pablo y tres o cuatro más.
6.- Los sacramentos son meros símbolos (nada más): eso de la gracia no es más que otra milonga. Otro mundo es posible y con mucha gente a favor de gente cambiaremos esta sociedad por otra más justa y fraterna. La Iglesia es una gran ONG, que debe servir a los pobres y transformar con su acción liberadora este mundo capitalista y despiadado por otro donde reine la fraternidad. La eucaristía es el pan que se reparte equitativamente entre todos, para superar las desigualdades sociales: así se construye una sociedad inclusiva y sostenible en que no haya excluidos ni descartados y la Madre Tierra será respetada por todos y lucharemos contra quienes contaminan y la sobreexplotan. Y el calentamiento global y los osos polares en peligro y el abuso del aire acondicionado y bla, bla, bla…
7.- Los dogmas de la Iglesia son verdades que tal vez tuvieron algún valor en su tiempo, pero hoy en día, no tienen sentido y deben ser reinterpretados para adaptarlos al mundo moderno. La Iglesia está muy anticuada.
8.- Los Mandamientos de la Ley de Dios hay que reformularlos junto al concepto de “pecado” y de “salvación”. Todos vamos al cielo. Dios es un Padre bueno que no puede condenar a ninguno de sus hijos (todos somos hijos de Dios: no hace falta bautizarse para nada. Eso era antes). Ya nada es pecado… Bueno… Sí: la explotación del hermano, las desigualdades sociales, el consumismo, la contaminación atmosférica y el cambio climático sí son pecados graves: pero nosotros lo arreglaremos con campañas y ONGs. Dios nos perdona todo siempre. No hay pecados mortales. Todo el mundo puede comulgar sin confesarse. En realidad la comunión es medicina para enfermos y no premio para justos y virtuosos (que son todos una banda de fariseos con cara de amargados; unos hipócritas que juzgan y condenan a los pobres pecadores). No hay acciones intrínsecamente malas. No hay una moral objetiva universal, sino que cada uno se debe regir por su propia conciencia. La Iglesia modernista respeta y valora las decisiones tomadas en conciencia por cada persona, siempre y cuando no decidan, interfieran o lesionen derechos fundamentales de los demás.
En resumen: el modernismo es una herejía que pretende destruir la fe de la Iglesia. Es como una colonia de termitas dentro de una casa de madera. San Pío X llegaba a afirma sin ambages que el Modernismo era el conjunto de todas las herejías.
Pues bien: una Iglesia infectada por el Modernismo genera inevitablemente una Escuela Modernista. Y la escuela modernista es muy del gusto del mundo, porque es muy multicultural, ecuménica, progresista, igualitaria, ecologista, pacifista, gandhiana… en fin… Cualquier cosa menos católica. Porque ser católico es rancio y atrasado. No se lleva. Hay que estar con los tiempos. Si los grandes santos fundadores vivieran ahora, serían todos ellos modernistas, sin ninguna duda: desde San Ignacio de Loyola hasta San Juan Bautista de La Salle, pasando por San Juan Bosco o San José de Calasanz (dejemos a un lado a Santo Tomás de Aquino, que este era fascista, como todo el mundo sabe).
Esta escuela modernista no evangeliza, obviamente, porque eso es poco menos que pecado mortal. No anuncia a Jesucristo: al menos, no más que a Buda. No pretende formar seguidores de Cristo, fieles a la Iglesia. La escuela modernista quiere cambiar el mundo ella sola, sin ayuda de nadie, mediante la educación: ¡Nada más y nada menos que cambiar el mundo! No nos conformamos con menos. Ello implica acabar con las desigualdades, con la pobreza, con la explotación del hombre por el hombre; con el maltrato a la Madre Tierra; con la sobrepoblación mundial; con la trata de esclavos; con las fronteras que separan a la humanidad entre un Norte rico y un Sur descartado… Todo ello lo quiere hacer la escuela modernista sin más ni más: con un par…
La escuela modernista va de día especial en día especial, de jornada en jornada y de semana en semana. Pasamos del día de la Tierra al día de la Paz (la paz y la no violencia de Gandhi o de Luther King: no de los santos católicos, que esos no venden); de la Semana Vocacional (no a la vida religiosa o sacerdotal: la vocación al voluntariado social y al activismo político podemita) a la Semana del Libro; del Día de la Ciencia al Día de la Lucha contra el Hambre; De la Campaña de Cáritas a la Carrera Solidaria. El caso es hacer muchas cosas: concienciar, adoctrinar… Pero no transmitir el Evangelio: eso no. Se adoctrina en una especie de socialismo utópico pelagiano con tintes anarquistas en el que Jesucristo es algo así como Pablo Iglesias, pero sin coleta; aunque la pinta y las ideas son muy parecidas entre ambos. Es más… Creo haber leído que según el P. Ángel, Jesús sería de Podemos si viviera hoy (que no vive… Que no… ¡Cómo va a vivir! Vive en el corazón de sus seguidores y bla, bla bla…).  Así la Escuela Modernista es una gran cantera de militantes de extrema izquierda, pero nunca de auténticos católicos comprometidos con Cristo y con su Iglesia. De eso, nada de nada. No se recuerda ninguna vocación que merezca tal nombre que haya salido de una escuela modernista.
En los colegios modernistas, la capilla, que existe al menos para disimular y cubrir el expediente, suele estar arrinconada en el lugar menos accesible del colegio y, mediante ingeniosos procedimientos de puertas correderas, suele coexistir y ser una misma cosa con una vulgar sala de reuniones o salón de actos multiusos: no vaya a ser que perdamos espacio o que a algún despistado le dé por rezar o por adorar a Cristo en el Sagrario. Bueno… Sagrario no siempre hay; y si lo hay, no siempre está el Santísimo. Porque en realidad no creen en Dios ni en la transubstanciación, ni en la presencia real de Cristo en la Eucaristía, ni en la necesidad de conversión ni en el sacramento de la penitencia. Eso era antiguamente. Como lo de rezar el rosario o cosas así… Eso era antes: cosas de viejas. Ahora se buscan experiencias de interioridad y silencio para que todos sintonicemos con nuestro yo interior y nos unamos a las energías cósmicas para alcanzar la paz interior y sanear el karma y abrir los chacras y todas esas gilipolleces progres. Pero de Jesucristo, ni media palabra. Al Espíritu Santo ni nombrarlo: pero el Yin y el Yang, la transcendencia y la iluminación que proporcionan el yoga o el budismo… Eso sí que sí.
Jesucristo es más revolucionario que místico… Es el dios encarnado que nos invita a la lucha -a encarnarnos nosotros también- por la liberación de los oprimidos. Por eso nosotros debemos comprometernos y hacer muchas cosas (comedores sociales, recogida de alimentos, carreras solidarias, jornadas, días, semanas de no sé qué demonios…): puro voluntarismo; inmanentismo pelagiano y espiritualismo New Age con acompañamiento de música de Enya para relajarnos. Cualquier cosa menos adorar a Dios en el Santísimo Sacramento, que eso es perder el tiempo.
Por ello, muchos colegios supuestamente católicos se mueren: porque no son católicos. Son modernistas. Y cuando el sarmiento se separa de la vid, se muere y no sirve más que para arder en el fuego. Cristo es la Vid verdadera y nosotros los sarmientos. Y si no nos nutrimos de Cristo, nos morimos.
La escuela católica vive de la Eucaristía. Vive de Cristo Eucaristía. La escuela católica es Cristocéntrica. Y cuando deja de serlo, deja de ser católica. Y muere irreversiblemente. La mayoría de las escuelas católicas no les molestan a los poderosos de este mundo: porque no son católicas; son mundanas, relativistas como el mundo; aceptan la ideología de género, como todo el mundo; arrinconan y desprecian a Dios, como todo el mundo. La escuela modernista es una escuela mundana y no molesta. Otra cosa son las pocas (poquísimas) escuelas católicas que sobreviven. A esas hay que machacarlas. Esas no son escuelas católicas (se suele llamar así a las que son simplemente modernistas): son ultracatólicas. Hay que distinguir a las escuelas que molestan (las “ultras”); de las domesticadas y gratas al mundo. Y esto es lo que hay.
Si quieren distinguir a la Iglesia Modernista de la Católica es muy sencillo: el mundo aplaude a los modernistas y persigue a los católicos. Lo mismo pasa con las escuelas: las modernistas son toleradas y hasta aplaudidas por el mundo; las auténticamente católicas son tildadas de “ultracatólicas”, machistas, carcas, etc. Es fácil distinguir unas escuelas de otras. Las fieles al Señor llevan a la vista las llagas de Cristo. Las modernistas… En fin… Esos estarán celebrando que hoy la ONU ha incluido a Arabia Saudita entre los países que protegen los derechos de las mujeres… o tal vez el Día de la Vendimia.
Cristo es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Él es el único que puede cambiar el mundo. Él es quien puede hacernos santos a nosotros para que siéndolo, podamos santificar el mundo. Todo los demás son pamplinas. Él es el Maestro, el Señor de la historia, el Principio y el Fin.
Santidad o muerte
 http://infocatolica.com/blog/gobiendes.php/1704250501-la-escuela-modernista

4 comentarios:

  1. Que bueno que vivo en un país subdesarrollado donde los colegios educan en Cristo a sus alumnos. Donde se celebra el misterio de la resurrección cada día en sus capillas e Iglesias, donde se siguen haciendo proseciones uniendo capillas y colegios.
    Que triste lo que nos cuentas, hay que rzar y pedir a Dios iluminación.

    mariarosa

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  2. Teneis lo más importante. Un beso.

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  3. No sé cómo es la escuela católica modernista pero tanto mis hijas cómo yo misma y mis hermanos hemos estudiado en colegios católicos y no tenían ningún parecido con lo que cuentas.Besicos

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  4. La mía tampoco pero es la actualidad. Un beso.

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