por Sonia Vázquez
“Dios no es compatible con el maquinismo, la medicina
científica y la felicidad universal. Es preciso elegir. Nuestra civilización ha
elegido el maquinismo, la medicina y la felicidad. Por esto tengo que guardar
estos libros encerrados en el arca de seguridad. Resultan indecentes” (Un mundo
feliz, Aldous Huxley)
Y los libros encerrados bajo llave, no eran otros que la
Biblia y la Imitación de Cristo. Esto es lo que describió Aldous Huxley en su
mítica obra, “Un mundo feliz”. Recuerdo cuando era adolescente y todo esto nos
parecía una obra de ciencia ficción, algo que ni por asomo podía ser real. Hace
tiempo que campaneaban en mi cabeza algunos fragmentos de aquella lectura y
decidí releerlo. Despertábamos al mundo y con quince años estas páginas nos
parecían algo futurista e imposible, nos causaba entre risa y asombro, pero en
estos momentos y sin temor a equivocarnos podemos decir que lo que relató
Huxley en el año 1932, es real y considerado como normal. Los hijos se tienen
en laboratorios y el mundo, supuestamente, es feliz.
En este libro se planteaba un mundo de inseminaciones
artificiales a la carta, se buscaba una “sociedad perfecta” y para ello, era
necesario vivir de espaldas a Dios, o mejor dicho, sin ni siquiera conocer a
Dios, se ocultaba toda información que llevara a Él. Lo mismo que sucede a
diario cuando, por ejemplo, nos retiran los crucifijos de los lugares públicos,
o cuando vemos Iglesias de nueva construcción en las que, fomentando lo que se
llama ecumenismo, retiran el verdadero sentido Cristiano de nuestra vida,
Templos que parecen oficinas de correos. Queridos, en nuestros días no existe
libertad, vivimos una dictadura mundial gobernada por un dictador, ¿Saben quién
es? El demonio, sí, el mismo Lucifer que sentado sobre una silla gestatoria nos
seduce con las pasiones corporales, nos empuja a vivir en pecado mortal y nos
priva de conocer a Dios. Sí, vivimos una
dictadura como no se recuerda ninguna otra y sin embargo, nadie, absolutamente
nadie dentro de la Iglesia, nos alerta sobre él.
¿Vds. se han fijado que con relación al tema de las
inseminaciones, tan de moda tener hijos en laboratorio, nos presentan hasta
clínicas y médicos que quieren presentarlo como algo pío, “sanatorios
católicos”? Sí, sanatorios financiados por Católicos, esa es la palabra.
“Inclinados sobre sus instrumentos, trescientos Fecundadores
se hallaban entregados a su trabajo…
Ahora cabía tener la seguridad de conseguir como mínimo
ciento cincuenta óvulos maduros en dos años. Aseguraban una producción media de
casi once mil hermanos y hermanas en ciento cincuenta grupos de mellizos
idénticos; y todo ello en el plazo de dos años. Y, en casos excepcionales,
podemos lograr que un solo ovario produzca más de quince mil individuos
adultos” (Un mundo feliz, Aldous Huxley)
Un mundo sin dolor, sin enfermedades, sin tristezas, esta era
la temática del libro, lo que planteaba no era más que un mundo sin Dios… ¿Es
eso un mundo feliz?
“Si ustedes se permitieran pensar en Dios, no se permitirían
a sí mismo dejarse degradar por los vicios agradables. Tendrían una razón para
soportar las cosas con paciencia. Una civilización no puede ser duradera sin
gran cantidad de vicios agradables
– Pero Dios es la razón que justifica todo lo que es noble,
bello y heroico. Si ustedes tuvieran un Dios…
– Mi joven y querido amigo – dijo Mustafá Mond -, la
civilización no tiene ninguna necesidad de nobleza ni de heroísmo. Ambas cosas
son síntomas de ineficacia política” (Un mundo feliz, Aldous Huxley)
Leía estos días en la prensa que las cortes españolas han
aprobado la admisión a trámite de una proposición de ley sobre “muerte digna”.
Según nuestros políticos “se defiende la igualdad de todos los españoles,
también para morir” y se presenta esta ley para proteger a los ciudadanos del
“enseñamiento terapéutico”. Podríamos poner miles y miles de casos contando lo
que está sucediendo no sólo en nuestros hospitales, sino en nuestras familias,
que esto es lo más grave. Amparados por frases tipo: “para que no sufra”, nos
encontramos con que se está acabando con la vida de las personas no de una
manera natural, quizás tampoco se pueda decir “asesinato” porque alguno podría
escandalizarse, llamémoslo eutanasia camuflada. Si actualmente estás cinco
días, supuestamente, agonizando, pretenden que en un día se termine todo, me
imagino a nuestros médicos diciendo: “su estado es irrecuperable, programaremos
todo para exterminarlo a media noche, pueden marcharse a descansar, ya nos
encargamos de todo y les enviamos el cadáver al Tanatorio el último adiós”. A mi
también me daba la risa leyendo “Un mundo feliz”…
Hace unos meses acudí a visitar a una persona enferma en un
hospital, su aspecto me llamó la atención, ya que los hijos me dijeron que era
cuestión de horas y observándolo, nada hacía presagiar una muerte inminente.
Cuando vino uno de los familiares me explicó que lo iban a sedar y a partir de
ese momento, sería cuestión de horas. En ese momento, entendí todo, iban a
liquidar al enfermo, pero hoy en día todo se hace poéticamente, “sedación, que
no sufra, sueño,…”. Un ahorro para la sanidad pública y un descanso para la
familia que se quita la “carga” de encima. ¿Cuántos ancianos mueren en su casa
hoy en día? Hablo de España donde la mayor parte de la población, el 95 por
ciento, fallecen en los hospitales y esto es, en general, porque no estamos
preparados para afrontar la muerte, no sabemos “acompañar”, los familiares
quieren que los servicios sanitarios le hagan algo al moribundo ¿algo como qué,
ponerle una inyección y matarlo? Escuchaba hace unos días “lo he llevado al
hospital porque no quería que muriese en casa, ¡vaya recuerdo!”. ¡Miren Vds.!
Como si el alma del difunto fuese a pasear en pijama durante las noches de
invierno por el salón. ¡Qué inmaduros somos! Y lo peor y lamentable es que
estos comentarios vienen de personas que se les supone Católicos, pero ¿de qué
hablan nuestros Sacerdotes en las homilías, de qué hablan los Obispos, de qué
habla el Papa de Roma? El pueblo de Dios está flojo, está como un higo flácido
que se cae del árbol, así estamos.
Vientres de alquiler, inseminación artificial, ensañamiento
terapéutico, eutanasia, aborto, relaciones homosexuales, divorcios,
infidelidades y todo esto ¿para ser feliz?
“Arte, ciencia… Creo que han pagado ustedes un precio muy
elevado por su felicidad – dijo el Salvaje, cuando quedaron a solas -. ¿Algo
más, acaso?
– Pues… la religión, desde luego – contestó el Interventor -.
Antes de la Guerra de los Nueve Años había una cosa llamada… Dios” (Un mundo
feliz, Aldous Huxley)
Y yo les pregunto, mis queridos lectores. ¿Qué lugar le
reservamos a Dios en nuestro mundo, en nuestra vida? Ninguno. Buscamos
satisfacer al cuerpo, le ofrecemos placer nada más. Aquello que nos es
agradable lo mantenemos y lo que nos resulta desagradable lo desechamos de
nuestra vida, sean personas, cosas o animales.
No lloramos por nuestros familiares fallecidos, no ofrecemos
Misas, nos resulta indiferente su destino, nos viene bien el sermón del cura de
turno que nos dice que están en la Gloria de Dios. Perfectamente válido, no perdemos
ni un minuto más. El cadáver lo dejamos en manos de las funerarias que hoy en
día organizan todo para que pase cuanto antes y te enteres lo mínimo posible.
El que no puede tener hijos, contacte inmediatamente con el
laboratorio más cercano para que se lo solucionen vía cheque bancario, aquello
de aceptar la voluntad de Dios ya no está en los planes del hombre.
Al que le moleste el abuelo que encargue una eutanasia y así
ya nos ahorramos hasta ir el fin de semana a visitarlo a la residencia.
Si el bebé presenta una malformación en el feto, provoquen un
aborto inmediatamente, los hijos que sean lo que una sociedad considera como
perfectos. Lo que en otros tiempos se condenó, hoy se ensalza: “generaciones de
rubios y ojos azules”. Islandia se engrandece públicamente de ser el primer
país sin nacimientos con síndrome de Down, ¿Cuál es el número de niños
asesinados en el vientre de su madre? ¿Se pueden contar o la cantidad es tan
indecente y escandalosa que desborda todas las estadísticas de la historia?
Si nuestra naturaleza caída nos pide sexo, démosle todo y
más, desechemos la castidad y vivamos la promiscuidad total y absoluta y no
juzguemos ningún tipo de inclinación, “¿Quién soy yo para juzgar?”, como diría
el Obispo de Roma, todo está bien y todo es válido, para ejemplo, precisamente,
él mismo, que hace unas semanas abría las puertas vaticanas a un presidente de
estado y a su pareja…Con este gobierno de la Iglesia, ¿Cómo estarán nuestras
almas? Muy sencillo, corrompidas. No tenemos ni idea de lo que es pecado y de
lo que es vivir en estado de Gracia. El que tiene que dar ejemplo aplaude todo
tipo de actitudes pecaminosas, ensalza el pecado mortal.
Me hace gracia cuando leo a los “nuevos” teólogos del siglo
XXI, esos que hablan de “infantilismo” en cuanto a vivir la religión según la
Tradición, esos mismos que hablan de “bendecir el pan” en lugar de utilizar la
palabra “Transubstanciación”, estos mismos que son los pioneros a la hora de
acoger en sus parroquias todo tipo de desechos y proponerlos como modelos a
seguir. Esos, justamente, los que retiran los catecismos tradicionales de sus
sacristías son los que tratan a sus feligreses como niños que acuden a un jardín
de infancia donde todo vale y todo está bien. ¿Puede un Católico justificar la
eutanasia, el aborto, la inseminación artificial, las relaciones fuera del
matrimonio, el divorcio, las relaciones homosexuales? El hacerlo sólo demuestra
el nivel cultural interior que tenemos a día de hoy, un termómetro que nos dice
que el alma tiene fiebre, está enferma. Si están en este caso, pónganle
inmediatamente remedio, ¿Quieren la medicina? Sigan la Tradición de la Iglesia.
Ciertamente un alma floja no puede vivir anclada en Cristo,
preferirá estar en un puesto cómodo, como tantos que se reían mientras el Señor
subía con la cruz al Calvario, pero ¿qué sucederá en el día final? ¿Qué le
diremos cuando estemos cara a cara con Él, le diremos que los médicos nos convencieron
para acabar con la vida de mamá y que nosotros no sabíamos?…¿le explicaremos
que la llevamos al asilo porque no podíamos hacernos cargo de ella por nuestra
vida tan ocupada?…¿le diremos que nos separamos porque encontramos a otra
persona que nos hacía más felices?…no tuvimos más hijos porque ya era más que
suficiente para poder vivir holgadamente…decidimos someternos a una
inseminación porque queríamos un hijo más y el cura nos dijo que no tenía nada
de malo ir a esa clínica…Todo al gusto del hombre, nada a la voluntad de Dios,
esta es la sociedad actual.
Permítanme una pequeña reflexión…Por las mañanas cuando salgo
a pasear con Pastor por el bosque, con mi perro, veo ante mis ojos la obra de
Dios en su plenitud, nada más hermoso y bello que lo que Él creó para nosotros,
la naturaleza en estado puro, en estado salvaje. Simplemente avanzando un poco,
unos pocos pasos, encuentro la obra del hombre, escombros en medio de parajes
singulares. Así empezó todo, primero se tiró un papel, después directamente la
basura y cuando miramos a nuestros alrededor no queda apenas nada de la belleza
de la Creación…Esto mismo ha sucedido en nuestro mundo, un día nuestros
políticos dejaron de ser Católicos, nuestros Obispos también y nuestras
almas…Dios las guarde en Su Sagrado Corazón.
“Pero si usted conoce a Dios, ¿por qué no se lo dice a los
demás? – preguntó el Salvaje, indignado -. ¿Por qué no les da a leer estos
libros que tratan de Dios? (Un mundo feliz, Aldous Huxley)
Sonia Vázquez
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