miércoles, 30 de mayo de 2018

He aprobado

El examen de francés bastante por los pelos, porque lo de hablar y escuchar no se me da muy bien. Pero el caso es que la mitad de la clase ha suspendido y no me extraña, lo raro es que hubieran llegado a cuarto. O incluso a tercero, porque tenían unas lagunas gramaticales que eran como el mar del norte. Es curioso cómo habían conseguido pasar los exámenes anteriores porque no tengo dudas sobre que no hay trampas de ninguna clase. Supongo que fue cuestión de suerte.

Ahora tengo que pensar si sigo con alemán en el instituto para tener un título o lo hago por libre para repasar pero sin conseguir certificación. La verdad es que cada vez tengo menos ganas y capacidad para pasar por los exámenes, pero en el fondo me gusta. Además, estando mi hija en Alemania me gustaría ser capaz de defenderme aproximadamente, que la última vez que estuve por allí apenas pude entender nada, después de haber estudiado casi cuatro años. Es una lástima.

lunes, 28 de mayo de 2018

Fin de año

Cuando llegamos a junio yo lo considero fin de año como cuando significaba el fin de curso. Y mirando atrás tengo que decir que estoy mucho mejor de la depresión (toco madera), que al fin he conseguido dejar de pensar en mis padres a todas horas aunque siguen presentes en mi corazón. Por lo demás, no ha habido grandes acontecimientos este año. Afortunadamente la economía va un poco mejor. Mi hijo sigue preparando oposiciones, la mayor sigue en Alemania y la pequeña ya está terminando tercero de carrera.

Hemos hecho un par de viajes interesantes, lo cual me recuerda que todavía tengo que guardar los "tesoros", los papeles que me traigo de vuelta. El gato y las plantas no van mal. He conseguido terminar el curso e ir de vez en cuando a la gimnasia. No tanto como debiera, pero algo es algo. Después de tantos sobresaltos la verdad es que lo único que pido es seguir como estoy. El blog también se mantiene sin grandes éxitos y mis otras páginas van ganando adeptos. Supongo que tampoco puedo ni debo ya aspirar a más, ni a menos.

viernes, 25 de mayo de 2018

El exterminio de los campeones

Entre los éxitos más restallantes del reciente cine español se cuenta Campeones, la película dirigida por Javier Fesser, en la que un entrenador de baloncesto interpretado por Javier Gutiérrez, inmerso en un desbarajuste vital, encuentra una redención personal dirigiendo un equipo de chicos con algún tipo de deficiencia psíquica. La película ha gustado sobremanera a la sociedad española, en la que sin embargo este tipo de personas lo tienen cada vez más crudo… para nacer. Pues lo cierto es que en España –como, por lo demás, ocurre en todos los ‘países de nuestro entorno’ eugenésico–normalmente liquidamos a este tipo de personas durante el embarazo.

Podríamos probar a preguntarnos –más allá de las virtudes cinematográficas de Campeones
cuál será la razón ‘sociológica’ de su éxito. ¿Será qué nuestra conciencia moral se siente interpelada y nos invita a reflexionar sobre el exterminio sigiloso de estas personas? ¿O será más bien que en ella hallamos un desahogo sentimental que nos permite olvidar más fácilmente este exterminio? Y lo mismo podríamos preguntarnos sobre esas campañas publicitarias presuntamente ‘sensibilizadoras’ (y en realidad obscenamente ternuristas) que nos muestran cuán maravillosas y risueñas son las personas con síndrome de Down. Lo cierto es que, mientras se estrenan estas películas y se sufragan estas campañas, en España son masacrados casi todos los niños gestantes que padecen algún tipo de deficiencia psíquica; y que los pocos que se salvan de la escabechina lo consiguen mayormente porque los diagnósticos prenatales no aciertan a detectar su discapacidad. Especialmente sobrecogedoras resultan las cifras de nacimientos de niños con síndrome de Down, que han llegado a ser ‘testimoniales’ y por lo general fruto de errores en el diagnóstico médico.

La desaparición progresiva de las personas con deficiencias psíquicas es una lacra social acongojante, una clara muestra del debilitamiento de nuestra humanidad. Pero este exterminio sigiloso resulta todavía más abyecto porque lo acompañamos de una bochornosa sublimación de las deficiencias psíquicas, con campañas publicitarias y mediáticas en las que los niños y jóvenes que las sufren parecen reyes del mambo en un mundo de algodón de azúcar. Mientras hacemos postureo emotivista ante la galería con los niños deficientes, los estamos descuartizando en el sótano oscuro. Y escribo ‘deficientes’ porque considero que no lograremos combatir esta lacra mientras nos aferremos al postureo emotivista. Es una evidencia incontestable que el maquillaje o embellecimiento de las deficiencias psíquicas con eufemismos ñoños ha discurrido paralelo al exterminio de los niños que las padecen. Las palabras sirven para confrontarnos con las realidades; y cuando las palabras se retuercen para mitigar la realidad, resulta mucho más sencillo escamotear la realidad y tirarla al cubo de la basura. Y lo que decimos del lenguaje sirve también para otras formas de edulcoramiento. Puede sonar sarcástico, pero lo cierto es que los niños deficientes están siendo tachados del libro de la vida entre almibarados homenajes y seráficas jergas políticamente correctas, para  desahogo sentimental de quienes los estamos masacrando.

Para combatir este exterminio sigiloso, en lugar de barnizar la deficiencia mental con eufemismos merengosos, deberíamos empezar por afrontar la cruda realidad. Así tal vez lograríamos despertar el dormido heroísmo que es preciso para recibir amorosamente a estos niños que ahora tachamos tan campantes del libro de la vida, mientras lagrimeamos en el cine. Es mentira que estos niños sean «como nosotros»; es bazofia sentimental afirmar que son «tan capaces» como el resto. Alumbrar y cuidar a un niño deficiente puede procurar infinitas recompensas y remuneraciones espirituales; pero para alcanzarlas antes hay que acatar los sacrificios más abnegados y las más dolorosas renuncias; hay, en fin, que aceptar una forma de vida entregada que nuestra época detesta. Para alumbrar y cuidar a un niño deficiente hay que tener el cuajo de abjurar de la libertad que nuestra época celebra, que es la libertad entendida como exaltación del deseo, y abrazarse a la libertad que nuestra época proscribe, que es la libertad entendida como responsabilidad y exigencia. Para alumbrar y cuidar a un niño deficiente hay que atreverse a amar y a recibir amor con una intensidad desmedida que intimida a nuestra generación podrida por emotivismos fofos. Es natural que una generación así no tenga valor para tener niños deficientes; y que luego necesite anegar su hipócrita conciencia eugenésica con desahogos sentimentales.
 http://www.xlsemanal.com/firmas/20180521/juan-manuel-prada-exterminio-los-campeones.html

miércoles, 23 de mayo de 2018

El último examen

El examen oral no es el mejor que he hecho, desde luego. Digamos que me he defendido. Espero que me dé para aprobar. Siempre digo que va a ser el último examen, pero ya estoy pensando en retomar alemán el año que viene. Soy un poco masoquista. El problema es que han cambiado el sistema y ahora me piden dos años para alcanzar el nivel que ya tenía y eso claro, es absurdo. Aunque la verdad es que se me ha olvidado mucho. Si no, puedo apuntarme en otro sitio pero donde no me dan título. Ya lo iré pensando.

Yo es que quería tener los tres títulos de idiomas y colgarlos en la pared como si fuera mi diploma universitario que nunca saqué. Es una tontería pero me hacía ilusión. Sin embargo, con la jugada que me hicieron en alemán me parece que ya no voy a tener ánimos para conseguirlo. He retomado la gimnasia china y me encanta, aunque ahora estoy con dolor de espalda y no sé si me conviene mucho. En el pueblo están saliendo las hortalizas. Pronto podremos trasplantarlas y a ver si se nos dan mejor que el año pasado.

martes, 22 de mayo de 2018

El timo del tiempo de calidad

Este concepto nació a raíz de la falta de tiempo que pasan los padres con sus hijos y su culpabilidad al respecto. Entonces a alguien se le ocurrió que más valía calidad que cantidad y que bastaba con pasar un rato con los niños si les prestan toda tu atención. La teoría está muy bien pero es que los niños no son programables. Quiero decir que no le puedes decir a tu hijo que esté nervioso, preocupado o con ganas de hablar el lunes de cuatro a cinco de la tarde, que es cuando a ti te viene bien. Tampoco sirve de mucho tratar de forzar una relación en un momento determinado.

La verdad es que el niño puede que tenga un problema a las nueve de la mañana del domingo o le duela la tripa a las dos de la tarde del viernes, justo cuando pensabas ir a la compra. Lo ideal es estar allí siempre que te necesita. Y no, no vale igual mandarle un whassap. Si no puede ser, al menos estar con él todas las tardes o el fin de semana, aunque en ese momento no quiera hablar ni le pase nada y aunque tú estés planchando. Porque la cuestión no es convertirse en un asesor espiritual, sino estar disponible el mayor tiempo posible. Sólo así los hijos se sentirán atendidos y acompañados.

viernes, 18 de mayo de 2018

Resultados

El examen de francés tiene cuatro partes: comprensión escrita, comprensión oral, escritura y conversación. La última la tengo el martes que viene. De las tres primeras, la comprensión oral me ha salido regular. Tenía tres textos también: el primero desastroso, el segundo mejor, y el tercero, aunque no era muy difícil no se oía bien porque el sonido era como telefónico. Así que no estoy segura de aprobar. Se pasa con un trece sobre veinticinco y no sé si llegaré al doce. La nota la dan a fin de mes. Veremos a ver si hay suerte. Si no, la recuperación es en junio.

Mi hijo dice que le ha salido muy bien. Espero que no se equivoque. Mañana tiene un examen de oposición con varios miles de personas más. Si aprueba el primero tiene más posibilidades. Mi hija pequeña también está de exámenes finales. Así que estamos todos en tensión. Menos mal que ya falta menos para las vacaciones. Ya he renovado las tarjetas que perdí con la cartera. A ver si volvemos a la normalidad. Me gusta mucho la rutina y no tener preocupaciones. Ya estoy mayor para tantas novedades. Tengo ganas de irme al pueblo y no pensar en nada.

lunes, 14 de mayo de 2018

El examen

El jueves de la semana que viene me examino de francés de la parte teórica. Estoy agobiada pero el caso es que no estudio mucho, porque pienso que lo que no sepa ya no lo voy a aprender en una semana. La gramática es un conocimiento a largo plazo y creo que la llevo bastante bien. Lo que me asombra es que haya compañeros míos en cuarto que no tienen ni idea y no me explico cómo han llegado hasta ahí. Supongo que tienen mucha suerte en los exámenes. Esto es como una lotería. Depende mucho de lo que caiga y cómo lo lleves ese día. Desde luego, los nervios no ayudan.

Por eso prefiero distraerme y no pensar mucho en ello. Mi hijo también se examina esta semana de una asignatura que le quedó y me temo que no lo lleva muy bien. Puestos a elegir prefiero que apruebe él pero tampoco se puede pedir todo el tiempo milagros. En fin, a ver si tenemos suerte los dos. Ya tengo ganas de que acabe la semana y quitármelo de en medio. Alea jacta est. Además el próximo año tengo la intención de seguir con el alemán en otro lugar donde no hacen exámenes y me quitaré un peso del encima. Cada vez me cuesta más examinarme.

viernes, 11 de mayo de 2018

De regreso

He vuelto ya de EE.UU. El viaje de ida fue muy largo y me sentó un poco mal. El de vuelta mejor porque vine durmiendo. Allí lo pasamos bien aunque estamos muy cansados y empachados de tanto comer demasiado. El clima era extraño, porque temprano por la mañana había diez grados y a medio día treinta. Mucha diferencia de temperatura. Visitamos un par de ciudades y las playas. No nos costó dormir por la noche pero aún así la vuelta ha sido dura porque estamos siempre con sueño. Un viaje muy agradable.

A la vuelta en casa el gatito estaba un poco enfadado por nuestra ausencia. Al cabo de una semana yo ya echaba de menos a mis hijos. La cocina necesitaba un poco de todo, así que lo primero que he hecho es ir a comprar. Bueno, y recoger la tarjeta del banco porque justo antes de viajar había perdido la cartera con todos los carnets. Qué desastre. Y por más que la he buscado no he conseguido encontrarla. Así que ahora me toca repetir el dni, el carnet de conducir y la tarjeta del médico. Menos mal que me quedaba el pasaporte.