Terror en el hipermercado

Estaba yo tranquilamente en casa mimando a mi gato, cuando recibí un mensaje de mi hija diciendo: ve al supermercado que se lo están llevando todo. Y allí fui yo y me encontré la mayor cola de caja que he visto nunca, que llegaba hasta mitad de la tienda. La mayoría de la gente estaba comprando carne como si no hubiera un mañana, el resto arrasaban con las alubias y los garbanzos. Y yo, que sólo pensaba hacer mi compra semanal de siempre, me sentía un poco fuera de lugar, pensando si debería abastecerme para un mes como si viniera la guerra, pero no se me ocurría mucho más que comprar, la verdad.

Había quien llevaba botellas de agua porque no sé por qué siempre piensan que nos van a cortar el grifo o que viene contaminada. Otros llevaban fruta en grandes cantidades o queso en lonchas para un regimiento. Se entiende más los de los pañales porque son indispensables. Luego tenía gran aceptación el papel higiénico, que me temo que tenía que haber comprado más porque tiene pinta de acabarse. Sin embargo, los platos semipreparados como las hamburguesas no tenían mucho éxito. Se ve que incluso en la emergencia quieren comer sano. Espero que todo esto no haya sido más que una exageración más.

Por cierto, aprovecho para decir que el último artículo no era más que una transcripción del manifiesto feminista, así que no se me puede culpar de nada.