En el camping

Durante cinco años tuvimos una caravana e íbamos con ella de vacaciones. Eso da para muchas historias. Una vez, nada más llegar, mi hija mayor se torció un tobillo y la tuvo que llevar mi marido a caballo todas las vacaciones. Otra vez le salió un papiloma y al curarlo se le hizo un agujero en la planta del pie, que también se pasó el verano coja. Más de una vez tuvimos que cambiar de camping porque no nos dejaban dormir por la noche. Eso no pasa en Europa. Y otra vez estábamos junto a un río y al atardecer aparecían mosquitos enormes y teníamos que refugiarnos corriendo. Lo llamábamos la hora de los mosquitos.

Hay algunos campings que tienen toda clase de lujos como restaurante y piscina, pero hay otros que son un desastre. Estuvimos en uno donde sólo había dos baños y estaban sucios. También había otro que tenía tantas cuestas que bajar al baño era una odisea. En un camping me picó una araña en la pierna con tan mala suerte que se me infectó y casi no podía andar. Hubo un año en que nos cayeron varias tormentas de pedrisco y eso sí que impresionaba. En algunos lugares para llegar con el coche y la caravana hay que coger carreteras imposibles y hacer maniobras arriesgadas. La experiencia del camping es toda una aventura.