viernes, 27 de abril de 2018

Los buenos ateos

"El tema del “ateo bueno” es actual y de gran importancia.
Para mí lo más interesante de la pregunta sobre qué sucede con la eternidad de un ateo “bueno” es que nos obliga a preguntarnos con mayor profundidad qué es ser “bueno,” con lo cual, en el fondo, nos estamos preguntando qué tipo de vida debe uno vivir.
Lo más interesante es comprobar que para mucha gente ser bueno significa simplemente “no ser malo” y esto de “no ser malo” quiere decir: respetar las costumbres de convivencia social y tener de vez en cuando algunos actos de solidaridad, como por ejemplo, dar una donación para las víctimas de un terremoto, o ayudar a algún anciano a pasar la calle, o prestar dinero sin interés a un amigo en necesidad. Eso es lo que quiere decir “bueno” para mucha gente.
Pero esa definición es bastante cuestionable, desde dos ángulos.
En primer lugar, hagamos esta pregunta: Si es verdad que la fe en Dios, y el conocimiento de su amor inmenso desplegado en el misterio de la Cruz de su Hijo es una noticia absolutamente maravillosa, consoladora, genuinamente restauradora, auténtico fundamento de la dignidad de todo ser humano, y fuente de inagotable esperanza y amor, ¿qué tan grave es que esa noticia no se transmita, o peor aún, como suele suceder con los ateos, qué tan serio es que activamente se impida ese conocimiento salvador?

Pensemos, por ejemplo, en un papá ateo. El hijo le dice: “Papá, mis compañeros del colegio van a hacer la primera comunión y yo no. ¿Por qué yo no puedo hacer la primera comunión?” La respuesta muy probable de ese papá será una blasfemia, que por suave que sea, será de esta clase: “Yo no creo en esos ritos, hijo, y no veo necesidad de gastar esa plata. Si lo que quieres es una fiesta y unos regalos, yo te los consigo pero me parece muy poco sentido crítico de toda esa gente meterse en una iglesia a decir que un pedazo de pan es su dios…“
Por el lugar tan importante que un papá tiene en la vida de su hijo, esas palabras del papá calarán muy profundamente en el niño, que sentirá crecer en él los prejuicios en contra del don preciosísimo de la Eucaristía. El papá ha sembrado cizaña de veneno puro en ese corazón, que ahora, en vez de acercarse con amor a quien más le ha amado, es decir, Jesucristo, tomará distancia, ironía o burla de ese sacramento. Esta no es una suposición vacia: pregunte usted a los hijos o discípulos de ateos y vera que esa cizaña ha sido pavorosamente eficaz. Al mismo tiempo, ese ateo muy fácilmente dirá cosas como estas: “En vez de estar dando dinero a la Iglesia, para que esos curas viciosos se salgan con la suya, yo prefiero ayudar a una ONG que haga cosas reales, como extender las redes de agua potable en África…“
Asi nos damos cuenta que el ateo “bueno” en realidad ha esparcido su incredulidad, sus prejuicios, sus barreras que mantienen lejos al Evangelio por todas partes–empezando, claro está, por su propia familia. Es difícil pensar que todo ese veneno, regado voluntaria y persistentemente en tantos corazones, sea algo bueno.

Resumamos este primer punto: un ateo es de modo ordinario una persona que, aunque no use violencia verbal o física, esparce incredulidad y que trata, según sus posibilidades, de que la gente se aleje de la fe, de la Iglesia y de la Palabra de Dios. Es así causa indirecta pero a menudo muy eficaz de un daño espantoso en mentes y corazones que quedan privados de los bienes que no solamente son los más altos sino también los únicos eternos.
Segundo punto: si analizamos mejor, nos damos cuenta de que la razón por la que se suele considerar como “buenas” a muchas personas ateas, es porque nuestros ojos toman una mirada completamente centrada en lo material, lo pasajero, lo visible y tangible. Por supuesto que es bueno pagar los impuestos, ayudar a los ancianos a cruzar la calle o aumentar las redes de agua potable, pero, a menos que estemos nosotros mismos ya enceguecidos por falta de fe, tales bienes son ínfimos comparados con los bienes propios de la redención.
Al dejar circular el lenguaje del “buen ateo” lo que estamos diciendo en el fondo es que lo único que importan son las cosas de este mundo; y que entonces solo debería la Iglesia concentrarse en aliviar los problemas de la economía, la salud y el bienestar emocional. Ante lo cual es indispensable preguntarse: ¿Y la muerte de Cristo para qué fue? ¿Y el valor de su sangre dónde queda? ¿Y las promesas de la redención cuánto importan? ¿Y por qué razón soportaron torturas, humillaciones y la muerte millones de mártires cristianos? Ciertamente no fue por agua potable–sin que deje de tener su importancia que se pueda beber agua limpia. Pero ¿cómo es que no va a importar si a las almas llega el agua viva que Cristo prometió y trajo con abundancia a precio de su sacrificio?"
Fray Nelson Medina

8 comentarios:

  1. Un escrito que encierra una triste realidad.....he oído muchas veces que lo importante es ser buena persona y que los que vamos a misa somos gente mala. Esta misma gente buena, y que no dudo que lo sea, suele sentir tal rechazo y resentimiento contra la Iglesia que no puedo entender pues, me pregunto, ¿Por qué odiar y tener resentimiento contra algo que no creo? Totalmente absudo, yo no creo en Buda pero tampoco lo odio ni tengo resentimiento contra él.Besicos

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    1. La cuestión es si se puede ser una buena persona con ese resentimiento. Un beso.

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  2. En el cole de mis nietas (religioso) hay niños de familias no creyentes. Pienso que ser bueno o malo no está solo dentro de la fe, la ética tambien cuenta. Los niños ahora crecen respetando las diferencias y pienso que debemos animarlos a que sea así. Abrazo

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  3. Hay creyentes que son malísimas personas y hay ateos auténticos cristianos, aunque no lo sepan.
    De todo hay, Susana. No podemos generalizar. Pero el ateísmo de moda que hay, es un tanto chocante. Son ateos por rebelarse ante la Iglesia y condenar sus errores, pero desde una ignorancia espeluznante. Porque ni siquiera se percatan de que están siendo manipulados por el sistema que impera, que los necesita así. Muy vulnerables Cuando los confrontas, ni idea tienen sobre por qué son ateos. Creen que es muy snob. Pero a la hora de broncas realmente fuertes, se convierten. Una amiga atea enfermó, quería que sus amigos rezaran por ella. ¿Para qué? Si tú no crees en Dios, le pregunté. Se enojó para siempre conmigo.
    Un abrazo.

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    1. Lo que pasa es que los creyentes no nos metemos con los ateos. Un beso.

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  4. Ser buena persona no implica para nada ser creyente o no. Tampoco los atenos con dos dedos de frente se meten con los creyentes no con Dios pues entre ateos y creyentes el valor de respeto tiene la misma consistencia.

    Conozco muy cercanamente a sacerdotes que son peores que satanas lo creas o no y a ateos que viven su vida y dejan vivir. También sucede al contrario.

    Yo creo en Dios a todas luces pero el tiempo me ha enseñado a respetar a todo el mundo. No me gustaría caer en el error de acusar con el dedo a un ateo porque sería convertirme en alguien que siendo creyente, se comportara como un indeseable. Buenas personas hay por todas partes sean creyentes o no; incluso personas cultísimas que son ateas y saben de religion mas que yo que soy creyente.

    La persona necesita una información y una educación; que tenga una libertad y no una imposición ya sea de las dos partes. Jamás una guerra que ya tenemos bastantes en nombre de Dios.

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    1. Lo menos que dicen .los ateos
      Sobre la religión es que es mentira. Luego los de izquierdas la atacan por principio.

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