Tenía yo unos diez años cuando empecé a ayudar a mi madre a poner y quitar el lavaplatos. Al principio recuerdo que me hacía ilusión y todos colaboraban más o menos. Al poco tiempo sólo mi madre y yo nos ocupábamos y después sólo yo. Con ocho de familia, llenar y vaciar el lavaplatos y poner y quitar la mesa; así como limpiarla y barrer no era poco trabajo. Pero yo lo hacía con gusto porque le libraba a mi madre de esa labor, que ya estaba bastante ocupada. Lo que ocurre es que con el tiempo pasó de ser un favor a una obligación y eso ya no tenía tanta gracia.
Desde los doce a los veintidós años, cuando me casé, ocuparse del lavaplatos y la mesa eran ya una labor inevitable para mí. Eso no me hubiera importado tanto si no fuera porque tenía cuatro hermanos, de los cuales tres no solían estar en casa mucho tiempo pero mi hermana sí. Y después de comer se sentaba tranquilamente a leer el periódico, cosa que por cierto le correspondía a mi padre, pero nadie se atrevía a decirle nada porque tenía mucho carácter. Así que yo me sentí durante muchos años como una hija de segunda categoría y eso me resultaba doloroso, aunque supiera que en el fondo la decisión era mía.
De pequeños todos queremos colaborar, luego crecemos y ya no queremos saber nada, creo que nos ha pasado a todos, mi nieto tiene dos años y quiere pasar el aspirador, cuando se lo mandemos dentro de unos años pondrá excusas. Abrazo
ResponderEliminarLo malo no era hacerlo sino el agravio comparativo. Un beso.
Eliminara veces existe un machismo autoimpuesto, por la forma que se dan las cosas o como cada familia entiende el concepto de familia, de deberes de cada en la familia
ResponderEliminaryo vengo de una familia que somos tres hermanos, mi madre desde pequeño nos enseño a hacer de todos en los quehaceres del hogar, lavar, planchar, cocinar y el aseo en general.
así que nos turnábamos de quien lavaba la loza después de comer o un trabajo en equipo para terminar pronto y poder ver la tv...
saludos
Así da gusto. Un beso.
EliminarYo de pequeña estaba deseando que me dejaran lavar los platos o algo. Ahora, si me puedo escaquear, me escaqueo. Jajajaja. Se nota que las cosas no molan tanto cuando se convierten en obligación. Besotes!!!
ResponderEliminarApenas me daba tiempo a recoger antes de irme a clase. Un beso.
EliminarDespués del lavaplatos ya te casaste y te vendrían mas ocupaciones porque el matrimonio y los hijos son cosas que no se pueden abandonar. Yo vivo solo pero tengo mis ocupaciones diarias que antes no tenía. Te casaste joven y ahora con 50 imagino en que consiste ser la madre de una familia
ResponderEliminarAhora lo hago con gusto. Un beso.
EliminarTambién me tocó a mí ser la que siempre ayudaba a mi madre en todas las tareas de la casa y también llegó a ser una obligación".....y tenía dos hermanas y un hermano. Tedioso trabajo que nunca es valorado por nadie.Besicos
ResponderEliminarEntonces tus si que entiendes mis sentimientos. Un beso.
EliminarAún coleamos mucho de modelo educacional, está bastante influido el machismo y no me reiero solamente a los hombres, claro...
ResponderEliminarUn beso.
Pero yo no era la única chica. Un beso.
EliminarEso es algo que en mi casa también se veía. En mi casa no había lavaplatos, yo fregaba a mano. Pero era así. Mi hermano estaba disculpado por ser "hombre". Hoy en día, esto me ha servido para aprender, e intentar enseñar a mi hijo y a mi hija de igual forma.
ResponderEliminarMuchos besos :D
no se trataba de machismo. yo tenía una hermana. un beso.
EliminarSe ve que no me he explicado bien porque no estoy hablando de machismo en absoluto. No es mi estilo. Hablo de diferencias dentro de la familia, de sentimientos de frustración y de pena.
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